lunes, 3 de agosto de 2009

Biografía 4




LAU


(31 a 40 años) POLITIZACIÓN



Las continuas detenciones y el seguimiento constante, hacen peligroso mantener el puesto de primera línea activa y paso a ingresar en la línea política, con apenas 30 años, pero muy curtido en mil batallas y con gran preparación teórico-practica. Era un buen elemento y destaco inmediatamente en ANV, partido que por historia y programa me parece lo más adecuado.



No me incluyo en los partidos de moda, florecientes en la izquierda abertzale, por su voluntarismo, alejado del sentido sociológico que yo tengo de mi propio país.


Adoctrinado por los viejos militantes, comparto charlas clandestinas de historia viva, repasando el año 1930 con la fundación de ANV y la refundación del PNV, analizando sus errores y sus aciertos.


Repasamos la “bronca” como ellos llamaban a la Guerra Civil y comprobamos aciertos y errores del posicionamiento vasco en la contienda.


Desmenuzamos el Pacto de Santoña, y con los supervivientes llegamos a insólitas revelaciones.


Oímos, de su propia voz, los motivos de los gudaris de ANV que no se rindieron en Santoña y continuaron en Valencia a las órdenes de la República Española.


Convencido de estar en un gran partido, me entregué de lleno, como siempre lo hago, a la labor de partido, cuyo lema “No importa de donde vienes si no a donde vamos” me parecía y me parece, un norte para los vascos.


El Comandante Zubiaga, Emeterio de la Cotera, Juanito Geijo, Benito, autor del grito “Gora Euzkadi sin sotana”, Bengoetxea, que con su gerriko y su txapela se presentó en el Gobierno Civil a legalizar ANV y luego en plenas Juntas Generales a justificar mi inasistencia, son personajes grandes de mi pequeña historia, a los que recuerdo con devoción.


Con Mako y Valen, como mas jóvenes, trabajamos durísimo por el resurgimiento de ANV, pero nuestra honradez, nuestro republicanismo, nuestro izquierdismo, moderado pero firme, no nos hacían atractivos para los pesebres en marcha.


Fruto de ello fue el increíble incidente con el Gobierno Vasco en el Exilio, Presidido por Leizaola, al que yo había servido como oficial de su Ejercito, con lealtad impecable, que se negó a incluirme como Consejero del Gobierno Vasco en el exilio, como representante de ANV, cuyo nombramiento se realizó por las bases clandestinas del partido. Su argumento fue que yo seguiría las consignas de ANV y no las suyas. El era miembro del PNV y títere de Ajuriagerra, verdadero factotum del PNV, con el que ya había tenido enfrentamientos por su carácter dictatorial, desde cuando era un crío, pese a lo cuál, admiro su trabajo clandestino. Yo no quería el cargo, con lo que me hicieron un gran favor, pero su acción fue un test de lo que pensaba hacer el PNV en la Transición y el Estatutismo.


Las Elecciones Generales a la muerte del Dictador nos dieron un pobre resultado, ridículo, que no hacía justicia a nuestra historia y nuestro esfuerzo.


Curiosamente, en la encuesta que hizo el Gobierno para ver cual sería el segundo partido que votarían los vascos, salía ANV por amplia mayoría, pero, era el primero el que contaba.


Nos reunimos la ejecutiva de ANV y con motivo de la derrota electoral, hicimos frente a las deserciones numerosas de los militantes de toda la vida, que se pasaron a ocupar los cargos que les ofrecieron en el PNV.


Esta fue una de las más amargas experiencias de mi vida. ¡Qué decepción! personas que apreciabas, con años y méritos de resistencia, vendidas por un plato de lentejas. ¡Qué horror! mis antiguos represores jesuitas, reconvertidos en líderes del nacionalismo.


Tuvimos varias semanas de contactos y reflexiones, y primó el sentido de mantener la sigla, como referente histórico, para converger en una plataforma electoral que se constituyese en alternativa de izquierdas al PNV.


Alguno más se escapó al pesebre del PNV y otros siguieron jodiendo desde dentro, pero la mayoría aceptó ese camino de lograr una fuerza electoral de izquierda nacional vasca.


Comenzamos con mítines y contactos y fue en Balmaseda la primera vez que colocamos pasquines con el lema “Izquierda Abertzale”. ETA vio con agrado la idea y nos pusimos a lograr la Convergencia.


Nuestro análisis era que en la izquierda abertzale electoral, no tiene cabida ETA, que debiera buscar su negociación privada para disolverse, y reintegrarse a la lucha en alguno de sus partidos afines (HASI y LAIA), pues a EIA ya la veíamos abducida por elementos extraños y su gran valor Ortzi, ya estaba con nosotros. Este polo de izquierda revolucionaria, debería converger electoralmente con la socialdemocracia vasca, representada por ANV, ESB, ESEI, y fuerzas despistadas como EKA y sindicalistas.


No fue fácil la tarea, pues los revolucionarios centraban su camino en la lucha armada y los socialistas en la institucional.


Valen, Mako y yo, núcleo fuerte del partido, veíamos claramente que si lográbamos la unión de la izquierda abertzale, su éxito electoral debilitaría ETA y le obligaría a la disolución.


Argala, líder carismático de ETA, opinaba lo contrario, que esa plataforma electoral sería un frente más de la lucha de Liberación Nacional, pero no se opuso a nuestro empeño, y dio orientaciones a HASI y LAIA para que acudieran a la plataforma.


Telésforo se mostró ilusionado con la idea y apretó con todas sus fuerzas por su logro. El era el líder natural del independentismo vasco y un personaje de talla histórica, heredero natural de Jose Antonio Agirre, el otro gran vasco de talla internacional.



El resultado de toda aquella tarea de convergencia fue HERRI BATASUNA.


Solagaistua y yo por ANV, Aldekoa y Erzilla por ESB, Ziluaga por HASI y Urrestarazu por LAIA fuimos los encargados de materializar la idea, encerrados en un zulo por varios días, con la presión de sabernos observados por amigos y enemigos, y decían las malas lenguas que ETA nos mataría si no lográbamos un acuerdo, pero en el último momento, gracias a la complicidad de HASI, conseguimos el objetivo; la izquierda abertzale tendría una plataforma electoral que dificultaría el estatutismo descafeinado que PNV y PSE estaban fraguando.


Esta fue mi labor política, buscar la disolución de ETA en una plataforma electoral, para participar, con un criterio vasco de izquierda, en la política institucional y popular.


PNV y PSE, estaban por la disolución de la lucha popular, y la dulcificación de la calle, plena de reivindicaciones sociales y nacionales.


Nosotros pensábamos que el camino era la canalización de la calle, por la vía institucional, reflejando sus aspiraciones.


Una “pirueta” de Valen, que estaba desubicándose a pasos agigantados, me hizo tener que presentarme a la elección de Secretario General, cosa que no quería, pues apreciaba mucho a Valen, personal y políticamente, y estaba en primera línea por él y por Mako, pero en un discreto segundo plano, como consultor, lo que me permitía mal atender a mi labor profesional y familiar. La Secretaría General supondría mi “muerte” profesional y familiar, lo sabía pero no tuve más remedio que aceptarla. El primer congreso en tolerancia (que no libertad) que celebraba ANV en Sarriko, me había votado por mayoría, y no podía rechazar. Una larga conversación con Geijo y el comandante Zubiaga, me obligó a salir al escenario y aceptar.


Nunca hubiera aceptado ese cargo de otro partido, ni siquiera hubiera aceptado ser Lendakari, pero ANV fue mi pasión, mi razón de ser, no pude rechazarlo.


Yo conocía la ilusión que mi persona provocaba en todos aquellos viejos luchadores, gudaris y trabajadores, largos años represaliados, gentes de Margen Izquierda, Algorta, Balmaseda, Arrigorriaga, a los que conocía y sabía toda su vida y milagros, y no podía fallarles.


Yo ya era lo suficiente maduro para saber que ANV, sin prostituirse, no tenía nada que hacer en el panorama político que se avecinaba, pero, yo suelo decir que “no hay peor gestión que la no hecha” y consecuentemente, me volqué en la labor de dirección de ANV, lo que me costó numerosas detenciones y quemar todos mis ahorros.


Mantuve los criterios estratégicos del partido; republicanos, federalistas como primer paso, patriotas pero no sabinianos, democráticos y de izquierdas, y la nueva táctica convergente, de lograr la disolución de ETA en plataforma electoral y reforzar el Partido Socialista Vasco, sigla en manos de ESB.


Nuestra idea del panorama electoral vasco era:


· Ex-franquistas


· PNV


· PSE


· EPK


· Convergencia Socialista Abertzale


· Convergencia Revolucionaria Abertzale


La unión electoral de las dos Convergencias (Herri Batasuna), la considerábamos un referente poderoso y capaz de lograr reorientaciones nacionales y sociales.


En mi tarea política, tuve todos los inconvenientes posibles, desde una manifestación del PNV que se cruzó en mi camino y gritó ¡¡Aizpurua, cabrón, irás al paredón!! y algunos exaltados intentaron agredirme, hasta agentes del fascismo que me salían con pistolas desde un coche y decían “Hoy no, pero mañana verás”, en presencia de mis hijos de corta edad.


Yo hice lo que buenamente pude, sin arrugarme.


Cuando, asambleariamente, me eligieron candidato al Parlamento Vasco por Bizkaia, pensé que estábamos en puertas de conseguir nuestro objetivo. Aquel equipo de parlamentarios que fuimos electos, tenía mucho juego, y la correlación de fuerzas era desestabilizadora para los poderes fácticos y sus chaqueteros.


Pero el empecinamiento de ETA, el ego de algunos politikillos abertzales, los dineros del Estado, rompían en mil pedazos cualquier iniciativa coherente.


Tras comprobar que los “compatriotas” ya no eran los de antes, que jugaban a “políticos”, que tontos del haba con una pistola pontificaban de política internacional, que los electos se lo creían, que la ignorancia y la avaricia se aposentaban en la política vasca: dimití en 1980.


Los escasos seis meses que permanecí de Parlamentario Vasco, no cobré un céntimo, y mis sueldos iban directamente a Ezeki que los destinaba a HB.


Quedé en la más absoluta ruina, con todas las puertas (honradas) cerradas, y perseguido por el sambenito de etarra, que mis numerosos enemigos utilizaban en mi contra en los trabajos que me presentaba. Intentaron que me rindiera y colaborase con lo políticamente correcto.


Los supuestos “amigos” huyeron de mi entorno peligroso.


Rechacé las ayudas deshonestas y también la de la izquierda abertzale que me propuso liberarme de por vida, y emprendí mi camino, iniciándome de portero en un Bingo, por que pensaron que yo daba miedo y no les pasarían el impuesto revolucionario. Aún así, les debo agradecimiento pues mis hijos pudieron comer y seguir estudiando con los dineros que gané en ese Bingo durante diez años.


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